La naturaleza ha sido fuente de inspiración para el ser humano, que ha encontrado en la perfección, una fuente inagotable para la innovación y el desarrollo. Leonardo Da Vinci intento volar como las aves, lo que muchos años después consiguieron los hermanos Wright.
Son las tres de la tarde en México, del otro lado de la línea telefónica en Bélgica son las 12 de la noche, una voz con acento de “vientos alisios” atiende en exclusiva a SOMOS INDUSTRIA.
Es Gunter Pauli, el autor de la “Economía Azul”, una filosofía que consiste en asegurar, a través de los modelos de negocio, que los ecosistemas mantengan su trayectoria evolutiva, de manera que todos podamos beneficiarnos del inagotable caudal de creatividad, adaptación y abundancia de la naturaleza. “La vida en primer lugar depende del ecosistema, hasta ahora no hemos visto el modelo de negocio como una plataforma que nos permita asegurar que la naturaleza mantenga su fuerza evolutiva, queremos explotar sus recursos naturales, tener la licencia de dejar nuestros desechos en ella, pero pienso que ha llegado la hora de ver a la naturaleza como un socio estratégico, tenemos que convertir esos residuos en nuevos productos con valor agregado”, explica.
La base de dicha propuesta se gestó durante tres años que Pauli se encerró con un grupo multidisciplinario de 80 científicos. Actualmente, la red ZERI que creó con el apoyo del Gobierno japonés, aglutina a más de 3 mil personas creativas en todo el mundo. Fue de forma abrupta como Pauli aprendió a comprometerse con el medio ambiente, tras lanzar en Europa un detergente para ropa biodegradable.
Al acudir a Indonesia a visitar a sus proveedores del aceite de palma, se dio cuenta estaba afectando el hábitat de los orangutanes; aprendió entonces que lanzar productos al mercado biodegradables no era sinónimo de sustentabilidad. Optó entonces por la investigación, para encontrar alternativas que respetaran al medio ambiente en su conjunto, es así como desarrollo la iniciativa de “Zero Emissions Research and Initiatives”.
“No hay una gran diferencia si es un país pobre, rico, intermediario, no impacta nada la oportunidad de implementar la economía azul porque el primer paso que hacemos es identificar cuáles son las oportunidades que se presentan en el país mismo con los recursos que poseen, hay que enfocarse en lo que es factible en el país, lo que se necesita es tener una visión creativa de la explotación de los recursos disponibles que hasta ahora no han sido explotados”, mencionó. México es un país megadiverso, por ello Pauli propone desarrollar negocios inspirados en su ecosistema, aprovechando al máximo las oportunidades que le otorgan sus recursos naturales.
“La comunidad necesita agua, alimento, vivienda, salud y energía y hoy en día se sufre pobreza por falta de conocimiento en esas oportunidades, para mi México es más un país que ha escondido sus oportunidades que un país que está en vías de desarrollo. “Todo está sujeto a estudios de factibilidad, análisis tecnológico, se somete todo a comisiones, de todo escriben sus reportes, México tiene que quitar la burocracia, toda esa parafernalia de toma de decisiones alrededor de las oportunidades que a veces son obvias, cuando la gente se pierde en la burocracia y las normas, esas oportunidades se evaporan al día siguiente”, aseguró.
Piedra, papel y negocios Gunter Pauli pone como ejemplo la gran oportunidad que México tiene para la producción de papel, a través de la explotación de la piedra. “México es un país ideal para la producción de papel piedra, un producto que no necesita celulosa o agua y que se puede reciclar al infinitito, creo que deben empezar a pensar de esta manera, en las oportunidades que son obvias pero que nadie conoce”, dijo.
Producen bioplásticos con semilla de aguacate Después de haber logrado aislar una molécula de un biopolímero que fuera capaz de ser transformada en plástico biodegradable en el 2011, es en éste año que Biofase anuncia su mayor logro: la creación de su gran planta productora. La compañía destaca por ser la única empresa en el mundo que produce bioplásticos gracias a la extracción de un biopolímero de la semilla de aguacate.
Para la creación de la planta, Biofase destinó una inversión de 16.5 millones de pesos, que provienen de gobierno federal e inversión privada. Ubicada en Morelia, Michoacán en una superficie de terreno de 3 mil metros cuadrados, la planta de Biofase podrá generar 35 nuevos empleos. Dicho recinto tendrá la capacidad para generar 500 toneladas mensuales de bioplástico, con lo que se podría eliminar del ecosistema la producción de 20 millones de botellas mensuales. Y es gracias a dicha capacidad que la planta de bioplásticos se destacará por ser la más grande en Latinoamérica, y es la única en el mundo en utilizar la semilla de aguacate para producir resinas biodegradables.
“Con la creación de ésta planta productiva, esperamos tener el market share en México aproximadamente del 30%, y así poder acceder al mercado americano”, dijo Scott Munguía, Director General de Biofase, compañía que ha sido calificada como una de los 50 negocios más innovadores del mundo, y como la mejor empresa verde. “En el 2014 también fue reconocida como la segunda mayor innovación a nivel global en la industria del bioplástico, lo que nos ayudó a capitalizarnos para crecer y pasar de ser un start up a una gran empresa productora y extendernos a mercados internacionales”, puntualizó Munguía.
Anteriormente la empresa recurría a la maquila de sus productos biodegradables como los son cubiertos y bolsas, pero gracias a la nueva planta en Morelia, se logrará atender directamente las necesidades de grandes industrias en México y a nivel mundial.
Crean su isla urbana para captar agua Hace seis años, aproximadamente, seis jóvenes interesados por impactar en la sustentabilidad hídrica de nuestro país vieron en sus trabajos de tesis la oportunidad de realizar un proyecto que permitiera captar el agua de lluvia y reutilizarla para las tareas cotidianas del hogar. Fue así como Enrique Lomnitz, Renata Fenton y Carmen Hernández, junto con Jennifer White, David Vargas e Hiram García, se unieron para diseñar, fabricar e instalar sistemas de captación de lluvia con el fin de dar un uso eficiente a esta agua, como ahorro, purificación y tratamiento de aguas grises.
De 2009 a la fecha, la empresa Isla Urbana ha instalado cerca de 2 mil sistemas de agua, de los cuales la mayoría se encuentran ubicados en la zona Sur de la ciudad de México; sin embargo, estos sistemas también se encuentran distribuidos en algunos estados de la República como Durango, Estado de México, Guerrero, Puebla e Hidalgo. Hiram García, uno de los socios de este proyecto, comentó que la idea principal es poder llegar a un nivel masivo de producción en todo México para que la mayor cantidad de personas adopten esta tecnología y así se pueda tener un impacto sistemático y profundo en el país.
“Si miles y millones de personas captaran lluvia habría un impacto en el ambiente, en la economía y se generaría un mayor impacto en la sociedad”, apuntó. Nuestro principal objetivo, dijo, es que la gente adopte sistemas de captación de lluvia, sistemas de ahorro de agua para tener un impacto positivo en la forma en que nos abastecemos y relacionamos con el agua en México. “El impacto de estos sistemas de agua son millones de litros aprovechados que normalmente se van al drenaje o al campo”, agregó.
En la actualidad esta empresa produce entre 300 y 500 aparatos al año y su producción es solamente nacional, pues es un proyecto planeado exclusivamente para nuestro país y permite utilizar material y mano de obra mexicana, y con ello, apoyar la economía local. El sistema tiene un costo de 5 mil 250 pesos más IVA. Convierten desperdicios en alimento
Inspirados en la filosofía de la Economía Azul, Enrique González y Flavio Siller, estudiantes del Tec de Monterrey han desarrollado Eatlimmo, una empresa que busca aprovechar los residuos orgánicos, disminuir la contaminación y contribuir a mejorar la salud de las personas a través de la alimentación. “Vimos la necesidad de aprovechar los residuos en beneficio de personas que sufren de obesidad y diabetes, lo que hacemos es reintegrar la cadena de alimentos, desarrollando una tecnología para aprovechar residuos que son muy nutritivos, como las cáscaras de semillas de fruta, mediante nuestro proceso los hacemos disponibles para el consumo humano.
“Tenemos por ejemplo una fibra que nos permite sustituir huevo y grasa en panificación y galletas, vamos con nuestros clientes, hacemos el proceso y logramos sustituir hasta un 50 por ciento, con ello sus productos son hasta un 10 por ciento más barato, el producto es igual pero más nutritivo, agregamos más fibra, nutrientes y eliminamos una gran cantidad de grasas saturadas”, explicó Enrique González.
Tras participar en un concurso para desarrollar un plan de negocios, los jóvenes emprendedores conocieron a Gunter Puali, quien ha seguido de cerca sus pasos. “Gracias a su apoyo tuvimos la oportunidad de ir a Sudáfrica, estamos ahora con un proyecto con el gobierno de Johannesburgo, para mejorar el sector de la panificación; estamos tomando lo que para otros es un residuo y lo estamos convirtiendo en productos de gran valor y que tienen un fuerte impacto y para el próximo marzo planeamos abrir ya una planta en Monterrey para producir 120 toneladas de producto final al año”, agregó.