Ahora, un siglo después, seguimos enfrentando la necesidad de apoyarnos en culturas extranjeras para continuar nuestra lucha por ser una ciudad excelente.
El panorama actual es diferente porque 100 años después, tenemos universidades de nivel mundial, talento regio que es reconocido por todo el mundo, empresas locales que ahora son globales. No sólo eso, con el 4% de la población nacional contribuimos con generar el 8% de PIB, 13% de las exportaciones nacionales, el doble del promedio nacional de ingreso per cápita (19,000 vs. 8,000 USD/anual) y 23% de las empresas de autopartes del país.


En otras palabras, es un orgullo ser parte de esta sociedad dinámica y trabajadora y por lo mismo, no podemos dormirnos en nuestros laureles. Y así como nosotros tenemos esto, hay 100 ciudades más que también han progresado a una velocidad similar y son igual o más atractivas para la atracción de nuevas empresas.
El Estado ha hecho buena mancuerna con Japón, país asiático con el que en los últimos 10 años se ha fortalecido una relación a través de al menos 37 empresas con inversiones que suman casi 1,500 millones de dólares y reflejándose en la creación de más de 13,000 empleos. Esto resume muy brevemente la interacción económica regio-japonesa que pudiera estar viviendo nuestra sociedad. Una interacción compleja y sorpresiva en la que los japoneses comúnmente llegan a México buscando producir a menor costo sus productos de exportación pero encontrando personas creativas, dinámicas y trabajadoras.


Claro, esta relación ha costado trabajo. Los Mexicanos batallamos con la puntualidad, con las jerarquías rígidas y con las decisiones “cuadradas” y al mismo tiempo hay muchas empresas japonesas que no reconocen las virtudes del Mexicano. Sin querer enfocarme a nuestras virtudes que son muchas, creo que es más importante la colaboración que existe entre ambas culturas dado que los mexicanos tenemos mucho qué aprender de de los japoneses como la disciplina, la limpieza, el orden, la puntualidad y el extremo perfeccionismo que se hace notar en la calidad de los productos japoneses, ahora producidos también en el Estado. Los japoneses tienen una cultura tecnológicamente mucho más avanzada que México y al traer sus procesos de producción a la entidad, más empleados desarrollan las habilidades para manejar equipos cada vez más sofisticados y generar productos con niveles de calidad cada vez mayores. Para lograr esto, los integrantes de las empresas deben cursar hasta mayores niveles de estudio, más demandantes, más especializados y posiblemente con algo de dominio de inglés o en este caso, también japonés.


Creo que esta relación debe desarrollarse más, no sólo con la venida de más empresas pero con mayor aceptación e interés en aprender de los japoneses, como lo hicimos hace más de cien años con los europeos y norteamericanos. Pocas culturas ofrecen tanto como la japonesa en materia de cultura industrial y como todo, cuesta trabajo mejorar y una de las muchas maneras de hacer esto es aprender de nuestros amigos Japoneses para ser más competitivos como región.