Con innovación y tecnología la empresa aeronáutica Horizontec está logrando realizar lo que muchos aún sueñan: fabricar aviones en México.
El socio fundador de la compañía, Giovanni Angelucci, jamás pensó que su pasión por el vuelo le llevaría a estar al frente de un proyecto de interés nacional, el cual en enero pasado fue presentado ante las más altas autoridades del país.
Hoy, Horizontec encabeza una sociedad aeronáutica junto a la cual planea establecer una fábrica para la manufactura de aviones, esto en la región del Bajío.
La planta contaría con una capacidad de producción de 30 aviones por año para uso recreativo, deportivo, de entrenamiento y vigilancia aérea; el costo de las aeronaves se estima entre 130 mil y 160 mil dólares.

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“Nosotros estamos calculando que todo el proyecto superará los 180 millones de pesos. Si todo sale bien para principios del 2019 tendríamos la fábrica, la pista y todo listo para operar”, afirmó Angelucci.
Las proyecciones contemplan desarrollar tres unidades de negocio: manufactura, mantenimiento y un centro de entrenamiento para pilotos, técnicos y sobrecargos.
“La aeronáutica va a tener un boom impresionante. Faltan pilotos, falta quien haga partes de aviones y falta quien pueda dar servicio al sector”, planteó el emprendedor.


Manufactura 100% mexicana
Los antecedentes del primer avión fabricado por Horizontec, llamado Halcón 1, se remontan a Italia. En dicho país comenzaron las experiencias de Giovanni Angelucci, quien inició con el diseño conceptual y construcción de aeronaves para uso recreativo.
“Ahí se desarrollaron varias ideas, se concretizaron y se pusieron en un diseño. El avión tiene un ADN italiano porque ahí empecé”, compartió el empresario.
En México, la aventura de Horizontec inició en el año 2014. Tras regresar a su país, Angelucci, junto al otro socio fundador de la empresa, Eduardo Carrasco, establecieron un pequeño taller en la Ciudad de México, dando paso a la fabricación del Halcón 1.


Se trata de un avión fabricado en madera de grado aeronáutico, fibra de vidrio y resina. En su construcción participaron dos ebanistas mexicanos, y en la fase de certificación se integraron dos ingenieros.
El avión biplaza diseñado por Horizontec corre a una velocidad crucero de 230 kilómetros por hora, tiene una velocidad de desplome de 75 kilómetros y alcanza una velocidad máxima de 270 kilómetros por hora.
A su vez, tiene un alcance de mil 500 kilómetros y una autonomía de 6 horas de vuelo, con un consumo promedio de 17 litros de combustible por hora de vuelo.
“El Halcón 1 tiene todas las bases para poder ser LSA (avión ligero deportivo), pero lo certificamos como experimental porque ha sido un ejercicio para poner a prueba sistemas, materiales y soluciones”, explicó Angelucci.


En el mes de septiembre el Halcón 1 realizó sus primeros vuelos de prueba en el Aeropuerto Intercontinental de Querétaro, cumpliendo con los 50 ciclos requeridos por la Dirección General de Aeronáutica Civil para obtener el certificado de aeronavegabilidad.

Halcón 2, en el nido
Horizontec está incubada en el Centro Nacional de Tecnologías Aeronáuticas (Centa). Ahí, la empresa trabaja actualmente en la construcción del Halcón 2, una nueva aeronave a partir de la cual se fabricarán los siguientes aviones de la compañía.
Este modelo estará fabricado en fibra de carbono, y una vez que se cuente con moldes se procederá a una producción semi-industrial.
“Teniendo los moldes de fibra de carbono podemos obtener los componentes que constituyen el avión. Una vez optimizados los procesos de manufactura la idea sería fabricar alrededor de tres a cinco aviones al mes, lo cual con la madera sería imposible”, dijo el empresario.


El Halcón 1 ha servido como certificador de sistemas para desarrollar el Halcón 2. La nueva aeronave es hija de la tecnología, pues en su desarrollo se utilizaron diversas herramientas tecnológicas dentro de las que se encuentran softwares de simulación virtual.
El Halcón 2 se diseñó para ser más eficiente que el Halcón 1 otorgando mejores características aerodinámicas, estructurales y ergonómicas, considerando que podrá utilizarse para entrenamiento básico y militar.
“Estamos integrando toda la experiencia para lograr un avión de la categoría LSA (Light Sport Aircraft) que sea fácil de pilotar, seguro y eficiente”.
En el Centa Horizontec ha desarrollado y probado en los laboratorios los materiales para la fabricación y manufactura de sus aviones.


En la fase de desarrollo del Halcón 2 la empresa ha interactuado con varias academias y además de los dos ebanistas que participaron en la construcción del Halcón 1, se cuenta con el apoyo de ingenieros del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Aeronáutica en Querétaro (Unaq).
En cuanto a materiales, se utilizan productos de alta calidad proporcionados por PPG (pinturas, sellantes, recubrimientos), mientras que la validación del diseño del Halcón 2 es realizada gracias al software distribuido por Grupo SSC (CATIA V5, ANSYS Fluent).
Carlos Franco, director comercial de Grupo SSC, resaltó que el desarrollo exitoso de este tipo de emprendimientos se logra gracias al uso de herramientas computacionales de diseño y simulación numérica, las cuales son un factor clave para verificar el comportamiento futuro de la aeronave desde los inicios de fabricación del prototipo, acortando así los costos y el tiempo de desarrollo.


Diseñando la tecnología del futuro
Adentrarse en la manufactura de aviones no ha sido sencillo. El primer problema al cual se enfrentan empresas como Horizontec es a la proveeduría de materia prima.
Dado que en México no se cuenta con los materiales necesarios, la proveeduría de elementos como la madera certificada, fibra de carbono, aceros y aleaciones especiales se importan de Europa y Estados Unidos.
“Son materiales que deben cumplir con normas de certificación aeronáutica muy estrictas”, señaló Angelucci.


En el 2015, Horizontec fue apoyada por un fondo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Secretaría de Economía (SE); esto permitió detonar el inicio formal del proyecto aeronáutico.
Para compañías como ésta, las cifras son alentadoras. Durante los últimos nueve años la actividad industrial del sector aeronáutico en México registra un crecimiento sostenido de 17% en las exportaciones, alcanzando un monto de 8 mil millones de dólares en 2017 y una balanza comercial superior a mil millones de dólares.
El futuro es aún más prometedor: para 2020 se prevé que la industria alcance exportaciones por 12 mil millones de dólares, ubicándose entre los primeros diez lugares a nivel mundial.


Asociaciones como la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (Femia) advierten que esta dinámica de desarrollo requiere del suministro de insumos, servicios, personal especializado y tecnologías de manufactura de baja disponibilidad en México.
Es por ello que en abril de 2012 se propuso crear un centro de investigación que acompañe a la industria aeronáutica en la generación de productos y tecnologías de alto valor agregado, para un mejor desarrollo del sector en México.
Es así como surgió el Centa, el cual fue inaugurado por el presidente Enrique Peña Nieto en enero del presente año.


Ubicado en el municipio de Colón, Querétaro, el centro tiene como objeto apoyar a las grandes, medianas y pequeñas empresas del sector, para aumentar su capacidad de desarrollo industrial y tecnológico.
El Centa se instaló en un terrero de 4.5 hectáreas otorgado por el gobierno de Querétaro en comodato, dentro del polígono del Aeropuerto Intercontinental del estado.
En su primera etapa cuenta con laboratorios de pruebas para la validación de materiales, componentes y procesos aeronáuticos, además de capacidades de manufactura, formación de capital humano altamente especializado e incubación de empresas.


En noviembre pasado el Centa obtuvo la certificación AS9100 versión D, de obligatoria aplicación en el sector aeronáutico, la cual garantiza el cumplimiento de los elementos de seguridad, trazabilidad y confianza que requiere la industria.
Ello le permitirá ofrecer pruebas bajo estándares de referencia en aeronáutica como la RTCA DO-160, las normas ASTMs y MIL o FAR23 y FAR25.


Ecosistema sólido
Mario Villalón Cornejo es actualmente el encargado de Vinculación del Centa. En entrevista con Somos Industria, planteó que el caso de Horizontec es un ejemplo de empresas que deciden hacer alianzas con centros de investigación o universidades para impulsar iniciativas tecnológicas de forma segura.
Villalón recalcó que muchos proyectos apoyados de esta manera pueden ser exitosos, pues los centros de investigación y universidades tienen cierto conocimiento que ayuda a los empresarios a acelerar su desarrollo.


“Horizontec, siendo una startup, necesitaba apoyo tecnológico que provino del polo aeronáutico que tenemos entre la Unaq y el Centa, con la experiencia de personas que tienen más de diez años involucradas en el tema aeronáutico”, dijo.
Por su parte, el secretario de Desarrollo Sustentable de Querétaro, Marco del Prete Tercero, consideró que el proyecto de Horizontec sentará las bases para que más pequeñas y medianas empresas de la industria aeroespacial puedan desarrollarse en el estado.
En este sentido, el funcionario mencionó que en conjunto con la UNAQ se trabaja en un programa de incubación para que pequeñas y medianas empresas relacionadas con la industria aeroespacial puedan desarrollar piezas específicas para el sector.


“En Querétaro estamos haciendo la tarea y somos actores protagónicos de la industria aeroespacial en el país. Cerca de 45% de la Inversión Extranjera Directa relacionada con la industria aeroespacial, de los últimos diez años, ha llegado a Querétaro”, refirió.

Potencial
Personas como Giovanni Angelucci están convencidas de que México tiene un gran potencial como industria. En su rama, el emprendedor pone como ejemplo la aviación turística deportiva, un medio donde, dice, se pueden comenzar a desarrollar muchas cosas.
“México es un país muy grande, muy bonito, con unos paisajes impresionantes. Creo que este tipo de aviación democratiza un poco la aeronáutica porque los costos no son tan excesivos como en la aviación general. Eso permite acercarse a mucha gente que ve la aviación como un mito”, sostuvo. En la era actual lo más importante es juntar conocimientos y experiencias para lograr algo que trascienda.


“Aquí no hablamos nada más de un avión. Hablamos de tecnología, y de la certificación de esa tecnología. Por eso primariamente estamos incubados en el Centa. Compartimos la visión con el director, Felipe Rubio, que ha sido una persona que creyó mucho en este proyecto. Creo que el hecho de meter un avión hecho en México dentro de un centro de tecnologías aeronáuticas ha sido un buen matrimonio”, concluyó el emprendedor.