Y justamente la inexperiencia y el no tener ni una mínima idea de lo que nos espera, nos ayuda a lanzarnos de lleno a la aventura de la vida. Como decía mi abuelita, “la ignorancia da valor”, y para cuando caes en cuenta ya te estas graduando de la carrera que hayas escogido y en un abrir y cerrar de ojos te encuentras sentado tras de un escritorio tomando llamadas, contestando correos, surcando los mares de tráfico matutino y vespertino, tratando de no sucumbir ante la vorágine de pendientes que te abruma.
(¿Te suena familiar? ¿Te identificas?) Bueno, hagamos una pausa, detengámonos un momento y regresemos el tiempo en aquel momento de nuestra vida donde sentados frente a nuestros padres, les dimos el fallo de nuestra decisión: “Mamá, Papá… voy a estudiar paleontología” y claro la cara de tus padres contorsionándose pensando “¿ésta pobre creatura de que va a vivir?”.
El punto es si trabajamos en lo que nuestros padres, o algún otro familiar importante en nuestra vida lo hicieron.
Por citar un ejemplo: los maravillosos y angelicales enfermeras y enfermeros. Es muy frecuente encontrar tres y cuatro generaciones de una misma familia dedicados a esta divina labor, porque es una tradición y forma parte del linaje familiar, y eso es increíblemente bueno siempre y cuando nos hayamos preguntado, “¿Qué quiero hacer yo?”
Cuan importante es darnos cuenta de nuestros talentos. Es difícil romper con la inercia si a mis padres, abuelos, tíos, etcétera les fue bien haciendo tal o cual cosa, pero en cambio si trabajamos en algo que nos apasiona, en algo que nos llena por completo y nos corta la respiración seremos los mejores en nuestro rubro.
Si cada noche estamos ansiosos de volver al campo de batalla al día siguiente; si la noche del domingo no nos tortura anunciando el termino del fin de semana y si logramos empatar nuestra vocación con nuestra profesión, seguramente haremos de nuestra labor una actividad inmejorable. Ya sea un mejor asistente, el mejor inspector de calidad, el mejor operador, supervisor, gerente, trabajador social, etcétera.
Mi abuelita también decía “Elegante caballero es Don Dinero” y vaya que lo es, pero éste elegante señor, al que nos pasamos persiguiendo y parece no dejarse alcanzar nunca, nos acompañará irremediablemente si logramos que nuestro oficio nos llene el corazón.
Al empatar nuestra vocación y lo que nos encanta, adoramos y apasiona con nuestra profesión, se genera un círculo virtuoso que nos llena de trabajo remunerado y oportunidades de crecimiento infinito.
Amable lector, ya sé lo que estas pensando, “¿a qué hora retomo la paleontología?”, bien, pues nunca es tarde para seguir estudiando y para aprender sobre nosotros mismos, nuestros deseos y talentos y sobre todo, para darnos la oportunidad de vivir éste gozo de trabajar en nuestra apasionante vocación.
¡Un saludo muy afectuoso a todos los lectores de Somos Industria, deseándoles muchas felicidades a todos los orgullosos padres, en éste su mes!
Alba Nelly Peña
Sourcing Director Grupo Prodensa
apena@prodensa.com.mx